El Bautizo; otro regalo de Dios.

 Nos regala la vida nuestra y la de nuestros hijos.

 Nos regala a Su Hijo, a Jesús, hecho humano, como nosotros.

Nos regala su Espíritu Santo, y a María como nuestra Madre.

Y en el Bautizo, se regala él mismo,

transformándose en nuestro Padre.

En el Bautizo nos hacemos sus hijos.

La gracia se derrama en nosotros.

Nos sumergimos en el agua divina del Amor de Dios.

Por eso ponemos a nuestros niños en sus brazos,

diciendo Amén, en Su Santa Iglesia.

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Porque es un Papá que nos ama,

nos cubre de besos y abrazos cuando volvemos.

Porque nos hizo para amarnos,

como una Mamá con su pequeñito en el vientre,

nos llama a ser sus hijos para siempre,

bautizándonos con agua, fuego y Espíritu Santo.

El Bautizo es un regalo de Dios.

Porque nos vuelve al Paraíso,

reconciliados y dignos de su presencia.

Vencido y lejano queda el Maligno,

cuando entra el Espíritu, como una luz invisible,

a sellar nuestras almas como suyas,

 en el Nombre de Jesús.

En Paz quedan padres y padrinos.

Reciben el regalo, contentos y agradecidos.

El ahijado ya inició el camino.

El niño juega y sonríe;

 todo parece más hermoso y seguro.

Los ángeles sonríen; el niño ya inició el camino.

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Un fraternal saludo en el Señor.

Guido Pallavicini / Catequista.